Imagen enlazada desde el blog Niños del Agua |
Decir que estos meses que estamos pasando nos han cambiado es quedarnos cortos. Como familia estamos inmersos en un torbellino de cambio y transformación que algunas veces nos desborda y supera, pero que en otros momentos nos colma de orgullo y de las pequeñas chispas de felicidad que nos permitimos en tiempos duros.
Un comentario de Mónica Álvarez en uno de mis post anteriores me llevó a visitar de nuevo el blog Niños del Agua. Ya lo había leído parcialmente durante mi anterior pérdida. En el aborto anterior había momentos en que sentía que no tenía derecho al duelo pues no había perdido feto o bebé sino solo un embarazo o saco amniótico vacío. Y esta vez sentía que no tenía "derecho" a mezclarme con los padres que experimentan una muerte gestacional o perinatal, pues Mi Pequeña Flor aún vive.
Estuve echando un ojo a todas las entradas y me llamó especialmente la atención una dedicada a Los Niños y las Pérdidas, porque, precisamente, uno de los temas que más me preocupaba era cómo todo este proceso podía afectar a mis hijos. Era uno de mis miedos más importantes.
Y me gustó lo que leí. Me ayudó mucho. En especial este párrafo:
Cuando se lo comentéis a los niños, no es necesario que os retengáis, llorad si lo necesitáis, habladle de vuestra pena, de vuestros sentimientos. Ellos también se van a sentir muy tristes y necesitan que comprender que no es nada malo, ni extraño, que todos lo estáis pasándolo mal porque esperabais con mucha ilusión a vuestro bebé y este, no ha podido vivir una vida fuera del útero.Con Darío ya habíamos hablado de que el bebé estaba enfermo y no se podía curar. Cuando se lo dijimos, se lo tomó mal. Pero poco después de leer este blog, conversábamos él y yo. Me preguntaba por la reciente ecografía y si Pequeña Flor seguía estando enferma. Le respondí que sí. Él me preguntó por qué y yo le dije que no lo sabíamos, que solo sabíamos que no se podía curar. Y él se puso a llorar.
Yo le dije que llorara. Le dije que mirara mis lágrimas, que yo también estaba triste. Y lloramos juntos, abrazados, lamentando la fugacidad inevitable de la vida de nuestra deseada y amada Pequeña Flor.
Unos días antes Darío había hecho un dibujo de su hermanita. Un poco más tarde ese día, después de nuestra "catarsis", él buscó su dibujo e hizo corazones alrededor de su hermanita. Y luego también en los dibujos que había hecho de toda la familia.
Y ese fue el momento de orgullo, por mi pequeño, por su amor desbordante por su hermana, por su sabiduría que le dio a entender fácilmente la necesidad de apoyo y cariño que tenemos ahora mismo todos.
Ahora me mira la tripa de vez en cuando (mayormente cuando le digo que no me haga daño ;-) en el fondo, sigue siendo un niño inquieto de cinco años) y sonríe con expresión soñadora, me acaricia, me abraza y disfrutamos los tres juntos de ese momento.
Creo que nos queda mucho que pasar, pero me alegra saber que Darío ha empezado a elaborar su propio duelo y me alegra también saber que se siente seguro para expresar sus sentimientos abiertamente. Diana también tiene su proceso, también demuestra su tristeza, pero creo que ella está menos preparada para imaginar el ser abstracto que es Pequeña Flor. Aún así, espero que como padres seamos también capaces de validar su propio proceso de duelo y darle las herramientas necesarias para elaborarlo.
Sois unos padres maravillosos Eloísa. Estoy segura de que también Diana constará con buenas herramientas teniendoos a su lado.
ResponderEliminarUn besazo
Los niños nos sorprenden muchas veces en estos casos. Mi hija por suerte es muy pequeña y no se ha dado cuenta de mi aborto a las 21 semanas, pero era de las cosas que más temía y temo, como explicárselo a ella.
ResponderEliminarUn abrazo!
Sois una familia maravillosa y lo tenéis que pasar juntos, sois una piña. Me alegra que Darío haya empezado a asumir su duelo, Diana seguro que también lo hará y además contará con la ayuda de sus padres y de su hermano.
ResponderEliminarMillones de besos preciosa.
Eloísa eres una madre maravillosa y fuerte. Diego tiene mucha suerte de tenerte como madre.
ResponderEliminarUn abrazo
Estoy muy deacuerdo con llorar juntos. Explicar la realidad y vivirla juntos, para que lloren acompañados y se recuperen del duelo tambien acompañados. Soys unos padres increibles! Un abrazo fuerte
ResponderEliminarSólo puedo decirte que disfrutes de tus hijos, vivas el duelo con ellos para que ellos puedan vivir el duelo contigo. Un abrazo y mucha fuerza.
ResponderEliminarTienes una familia preciosa, unos hijos inteligentes y sensibles, que han dado con unos padres que les acompañan en lo bueno y en lo malo,y se dejan acompañar. Y lo hacen con toda la naturalidad del mundo, porque se lo habéis transmitido así, aunque sea duro. Y la pequeña lo entenderá también. Muchos besos
ResponderEliminarHace poquito que te leo pero me maravilla como estas afrontando este proceso, como eres como persona y como educas a tus hijos. Solo decirte que me quito el sombrero y que en esta sociedad hacen falta más personas como tu. Te mando todo el ánimo que te pueda mandar una persona que ni siquiera conoces... Y sobretodo un abrazo.
ResponderEliminarMe tienes enganchada a tu blog, su algún día pasas por málaga, avisa, hablamos y su quieres, quédanos con elena mayorga y jasmin y hacemos una reunión de niños del agua, son maravillosas,a mi me han tratado como una reina y me siento parte del grupo, cuando queráis, veniros y os damos un achuchón a los cuatro
ResponderEliminarGracias por compartir todas estas cosas.
ResponderEliminarUn beso
Hola Eloísa, la semana pasada descubrí tu blog. Siento tanto por que estás pasando. Yo en estos casos, cuando hay niños por medio y pérdidas en la familia, alucino literalmente con ellos. Son todo un ejemplo. Te cuento una anécdota del hijo de una amiga mía. Con dos añitos le intentamos explicar que su pez se había muerto, que estaba en el cielo. Él muy serio nos respondió: "está en el váter". Espero haberte arrancado una sonrisa. Ánimo preciosa.
ResponderEliminarHola Eloísa, la semana pasada descubrí tu blog. Siento tanto por que estás pasando. Yo en estos casos, cuando hay niños por medio y pérdidas en la familia, alucino literalmente con ellos. Son todo un ejemplo. Te cuento una anécdota del hijo de una amiga mía. Con dos añitos le intentamos explicar que su pez se había muerto, que estaba en el cielo. Él muy serio nos respondió: "está en el váter". Espero haberte arrancado una sonrisa. Ánimo preciosa.
ResponderEliminarQué bueno es poder tener tanto apoyo por parte de personas que ya han vivido experiencias cercanas a la tuya, quizás yo habría ocultadoemis lágrimas a mis otros hijos pensando que les haría sufrir, y es cierto que compartir con ellos esos sentimientos en vez de reprimirlos es una buena forma para que ellos también se suelten y superen un proceso que les toca también de tan cerca. Lo estás haciendo muy bien Elo y con diana cuando ella lo demande también lo harás estuoendamente, estoy convencida. Un abrazo preciosa!
ResponderEliminarYo lloré mucho durante el embarazo y después....ni te cuento. Pensaba: ¿pero cómo puedo tener todavía lágrimas? A veces lloraba con los niños, en otras ocasiones ellos sencillamente me observaban, me acompañaban, me abrabazaban o incluso pasaban de mi y seguían con sus juegos.
ResponderEliminarPara ellos la muerte es algo mucho más natural que para nosotros. En mi familia Kai está presente siempre, de hecho ellos siempre le cuentan como hermano, si hacen un dibujo familiar siempre aparece el hermano al que nunca conocieron.
Un abrazo.
Elo, ya estáis en pleno duelo. A veces el duelo comienza mucho antes de que la persona querida muere. Hacemos el duelo por la vida que no vamos a vivir juntos, nos despedimos, nos damos los últimos abrazos y los últimos besos y nos preparamos para la despedida.
ResponderEliminarUn viejo amigo, una de las personas que más me ha enseñado sobre duelo en un momento en que yo comencé a transitar el mío año y medio antes de que mi madre muriese, decía que hay ocasiones en la vida en las que lo único que podemos hacer es "llorar y darnos besos".
Yo constato que esto es así. Yo pude despedirme de mi madre, poco a poco, perdonándonos muchas cosas, reencontrándonos como no lo habíamos hecho en mucho tiempo. Tuvimos mucho tiempo para llorar y darnos besos. Luego cuando se fue el dolor fue grande, la pérdida dejó un hueco inmenso que nunca se llenará con nada ni con nadie, pero al menos, sabíamos, sé, que hicimos todo lo que se podía hacer en aquel momento.
Los niños son maravillosos. Ni nos lo imaginamos, lo grandes que son.
Un abrazo inmenso: Mónica