Poder hablar con tus hijos es algo maravilloso. Precisamente, hoy en nuestra tienda comentábamos con una mamá que nos pedía ayuda para establecer límites con su hijo de dos años lo difícil que resulta para toda la familia su incapacidad para comunicarse efectivamente. Le recomendamos leer a Rosa Jové y sobre todo entender que los años son una etapa de múltiples transiciones y cambios para los peques y que para ellos resulta una gran frustración no tener todavía el lenguaje adecuado para explicarse y hacerse entender.
Aunque esa etapa puede hacerse eterna (e incluso alargarse durante algún año más), lo bueno es que el tiempo todo lo cura y en tan solo unos meses nuestros hijos empiezan a hablarnos, primero de lo humano y luego de lo divino o más trascendental. Una de las primeras preguntas difíciles de Darío fue un día, a bote pronto, mientras íbamos en el coche.
- Mamá, ¿Qué es pensar? - me preguntó.
Y yo me pensé mucho la respuesta, pues me parecía una de las preguntas más complicadas que había hecho nunca y le contesté que era como hablar contigo mismo, dentro de tu cabeza, sin decir las palabras en voz alta pero diciéndolas con la mente.
Hace unos días, Diana me espetó (también en el coche):
- Mamá, ¡¡A que yo no me voy a morir!!
Y, de nuevo con mucha calma, entre su hermano y yo le explicamos que todo el mundo se muere. Algunas personas cuando son viejecitas y después de haber vivido muchos años con muchas alegrías, pero le dijimos que también hay gente que se muere antes por alguna enfermedad o accidente. Se lo tomó bien, vaya, ningún trauma ni nada similar... Creo que un "Ah, vale" fue la respuesta que nos dio.
Hoy, de nuevo mis peques, han entablado un diálogo enriquecedor y hermoso sobre lo divino y lo humano que no recuerdo muy bien cómo ha comenzado:
Darío: Mamá, ¿Por qué los abuelos no se han muerto si son viejecitos?
Yo: Porque son abuelos, mayores, y tienen muchos años, pero eso no significa que sean viejecitos como para morirse.
Darío: Y tú, ¿Por qué no eres una abuelita?
Yo (riéndome): Porque soy una mamá, Darío. Seré abuelita cuando tú o Diana seais mayores y tengáis vuestros propios hijos.
Darío: Diana, ¿Quieres casarte conmigo cuando seamos mayores?
Diana: Sí
Darío: Mamá, ¿Diana y yo podemos casarnos?
Yo: No, no está permitido que los hermanos se casen.
Darío: ¿Y por qué no?
Yo: Es una ley, pero quizás cuando tú y Diana seáis mayores ya no exista y sí podríais casaros.
Darío: Diana, ¿Tú me quieres mucho, mucho, mucho, mucho, mucho?
Diana: Sí.
Darío: Pues como yo te quiero mucho, mucho, mucho, mucho cuando seamos mayores nos casamos.
En esos momentos estábamos llegando a casa y Diana no se apaña bien para quitarse el cinturón. Entonces Darío le ha dicho:
- Como eres mi novia te ayudo a quitártelo.
¡¡¡Qué rico mi niño!!! Y luego le daba algo de vergüenza repetir lo que le había dicho a su hermana.
Luego Darío ha vuelto a la carga:
Darío: Mamá, cuando te mueres de una enfermedad te vas al cielo.
Yo: Pues depende de lo que crea cada persona.
Darío: ¿O te conviertes en polvo cuando te mueres?
Yo: No, nadie se convierte en polvo, lo que pasa es que a algunas personas las queman en lugar de enterrarlas, en función de las creencias de cada uno.
Darío: Pero si te queman te duele.
Yo: No, cariño, porque si estás muerto ya no sientes nada.
Darío: Pues yo no quiero que me quemen, porque si te entierran es mejor, porque puedes ir a verme y acordarte de mí.
Yo: Sí, cariño, pero tampoco es necesario ir a ver una tumba para acordarte de una persona a la que quieres, puedes ver sus fotos o recordar las cosas que hacíais juntos...
Darío: Y tú, mamá, ¿Quieres que te entierren o que te quemen?
Yo: Yo prefiero que me quemen.
Darío (con cara triste): No, mamá, yo no quiero que te quemen.
Yo: Bueno, como a mí me da igual lo que pase con mi cuerpo una vez me haya muerto, si a ti te hace más feliz que me entierren en lugar de que me incineren, tienes mi permiso para tomar esa decisión.
Darío: Pero mamá ¡¡Yo no tengo fotos tuyas!!
Yo: Claro que sí, Darío, mira esa que está colgada en la que estamos los cuatro.
Darío: Pero yo quiero tener más fotos tuyas.
Yo: Pues en las vacaciones me haces un montón de fotos con la cámara.
Darío (sonriendo): Y tú a mí.
Yo: ¡¡Claro!!
Entiendo que la muerte ha estado muy cerca de nuestra familia en el último año. Santi se marchó y Darío recordaba hoy mismo como le gustaba hacer ruido cerrando las puertas. Pequeña Flor también se fue sin que ellos entendieran demasiado bien por qué su hermana murió sin haberla llegado a conocer. Quizás ahora también se hacen preguntas sobre el bebé que está por llegar o simplemente sobre la vida y la muerte.
Pero la verdad es que me llena de orgullo como madre poder tener estos debates con mis hijos. Darío llevando la voz cantante y Diana participando a la medida de sus posibilidades. Verlos crecer y evolucionar, hacer frente a sus problemas y a sus inquietudes y presenciar como maduran poco a poco en su pensamiento, en su razonamiento y en su manera de afrontar la vida.
:) Sin palabras....ha llegado al corazón
ResponderEliminarAsí son los niños, sin adornos ni vendas. Claros como ellos solos. Ya verás cuando tengas tú estas conversaciones con tu enana. :D
EliminarUn abrazo fuerte, Mónica.
Madre mía, qué grandes... Pequeños grandes filósofos.
ResponderEliminarLa verdad es que es una etapa que no me esperaba disfrutar tanto y un tema difícil en el que yo aprendo casi más que ellos.
EliminarUn abrazo, espero que tu monstruita esté feliz y preciosota.
Que tierno... Tus hijos son muy inteligentes.
ResponderEliminarEs la primera vez que te leo, pero me parece muy interesante.
Gracias, PattyFdezP, por parar aquí a leer estas palabras de mis peques. Espero que nos sigamos viendo. Un abrazo.
EliminarAlucinante ser testigo de como van evolucionando nuestros hijos.
ResponderEliminarAfree, tu peque está supercomestible, pero lo mejor siempre está por llegar :D
EliminarUn abrazote.
Qué lindos... Cómo desarrollan su capacidad para reflexionar. Impresionante.
ResponderEliminarUn abrazo.
La verdad es que a mí me dejan muchas veces anonadada con su perlas de sabiduría.
EliminarUn abrazote.
Qué ternura... y que emocionante ver como crecen, y que te hagan partícipe de sus reflexiones y forma de ver la vida. Me encanta!
ResponderEliminarHola Verosa:
EliminarMe encanta que sean capaces de expresar libremente sus emociones, miedos y alegrías. La verdad es que es un placer compartir estos momentos con ellos.
Un abrazo.
Me ha encantado el post. Me apasionan los razonamie toa de los niños. Gracias por compartirlo. Un abrazo.
ResponderEliminarEn unos meses cumplirá los dos años y ya habla bastante. Con este tipo de post nos vamos entrenando para lo que vendrá ;P
ResponderEliminarGracias por ayudarnos compartiendo (primera vez que escribo pero leyéndote y creciendo contigo desde hace tiempo) ^_^