Páginas

jueves, 3 de septiembre de 2015

Desde mi torre de cristal

"Znicz" by Exploti - Own work.
Licensed under Public Domain via Wikimedia Common
Vivo desconectada de la televisión. Esta tarde oí la noticia en la radio:, un nuevo naufrágio, más refugiados muertos y varios niños entre las víctimas. Y se te revuelven las tripas, pero la vida sigue, coges una rotonda, repasas la lista del material para la vuelta al cole y poco a poco se aparta de tu mente. Pero luego, una foto, una foto detiene tu mundo. Un niño, en una playa, pero sin selfies ni sonrisas, sin palas ni cubos, sin bañador ni sombrilla ni toalla, un niño que ya no será más niño, un niño muerto.

Los niños no deberían morir. Es injusto. Es un concepto demasiado alejado de la infancia como la imaginamos y soñamos. Como época de hedonismo y de placer. Pero los niños mueren. Todos los días, en el primer mundo y en el tercero. Algunas muertes se acallan ("no llegó a nacer"), otras ni se perciben (nos imaginamos a niños luchando contra el cáncer, no muriendo de cáncer ni de ninguna otra enfermeda) y otras nos golpean y nos gritan a la cara, se plantan delante de nosotros vociferando y no nos dejan ver nada más. Como la del niño sirio de cinco años cuyo cuerpo sin vida naufragó mientras navegaba hacia una paradisiacas islas griegas, aunque lo hacía en una "patera" y no en un crucero.

Ves una foto y tu mundo se detiene. Y piensas qué puedes hacer para evitar que eso pasa. En tus ahorros, en lo que costará un billete de ida y vuelta para acoger en tu casa a un niño refugiado hasta que este absurdo conflicto pase... Y luego piensas en los niños soldado, en los pequeños africanos que asfixian su vida excavando para encontrar metales preciosos en el primer mundo, en los que gastan su infancia cosiendo zapatillas para que nosotros las podamos comprar por dos euros... Y luego en tus hijos, que duermen plácidamente ajenos a todo eso.

Y ya nada importa. Ni las buenas ni las malas madres. Ni la teta ni el biberón. Ni el carrito ni el fular. Ni las cervezas sin alcohol ni los GTs. Solo importa la injusticia de un mundo que no deja de girar por la muerte absurda y sin sentido de un niño. Solo importa la conciencia de lo frágil que es esta torre de cristal que nos hemos construido. Solo importa abrazar a tus hijos y mirar su sueño, que aunque pueda estar poblado de pesadillas, todavía está virgen de estos horrores. Solo importa esa madre, esa madre que no sale en la foto. ¿Y los hermanos? ¿Llegaron al destino? ¿Cuánto tuvieron que empeñar para iniciar el viaje? ¿A cuál de tus hijos sujetar cuando el suelo se disuelve y solo hay frío mar rodeándote por todos los lados?

Desde mi torre de cristal doy gracias por tener una cama a la que irme y un corazón que late para dejarlo lamentarse por el niño de la playa. Y lloro por la futilidad y la inutilidad de un mundo tan injusto que todavía muchos juegan a la loteria sin saber que ya disfrutan del premio gordo. Carpe Diem. Disfruta del momento, de tu familia y de tus hijos. Y llora, llora por ese niño que no es el tuyo, llora por la injusticia mientras aprietas a tu hijo caliente y vivo entre tus brazos, llora y siente rabia e indignate... Y piensa qué puedes hacer para cambiarlo.

Ojalá esta imagen pueda servir para mover algo. Para despertar conciencias dormidas, para remover sentimientos. Ojalá esto nunca volviera a pasar. Ojalá todos los niños nacieran con el virus de la inmortalidad física y empírica. Y mientras tanto, aquí sigo en mi torre de cristal.

4 comentarios:

  1. Eloisa... Hace un tiempo te descubrí y te sigo... Mas de una vez me hiciste llorar, hoy no ed la excepción. Abrazando a mi pichonita no puedo menos que coincidir con vos. A veces la lotería de la vida nos hace nacer en el lugar equivocado. Un beso grande!

    ResponderEliminar
  2. Gracias por ponerle palabras a lo que se me ha movido por dentro...
    Yo también pensaba en esa madre que viajaba con sus dos hijos de tres y cinco años; a quién intentas salvar cuando la patera se hunde? Qué dolor saber no sólo que vas a morir, sino que tus hijos también, sin esperanza.
    Tengo el corazón roto. Yo también tengo un niño de cinco y una niña de tres. Podríamos ser nosotros.
    Sabes? Yo nunca juego a la lotería, me parece tan hipócrita. Si aquí muchos lo tenemos todo y encima no nos damos cuenta. Cuando me preguntan si quiero participar en la de Navidad o cualquier otra yo respondo: "no gracias, yo ya soy feliz". Qué facil es, en nuestra torre de cristal.
    Se me ha encogido el corazón de ver la foto de Aylan, ese niño...no podía parar de llorar ayer, como madre y como ser humano. Y también de rabia y de impotencia.
    Y como si algo supiera ella, mi niña preciosa de tres años, esta noche se ha metido en mi cama, se ha dormido sobre mi, me ha abrazado, me ha dado besos. Mi dulce y calentita niña me ha consolado porque ella sabe que estas cosas no deberían pasar.
    Que esa foto sea la chispa que hace saltar este sistema arbitrario e injusto y por fin, podamos hacer algo útil. Yo me ofrezco, qué podemos hacer?
    Vanessa

    ResponderEliminar
  3. Preciosa esta entrada. Me alegra ver un comentario sobre esta tragedia sin usar la dramática foto. Estoy embarazada y me han tenido al borde de un ataque. Por todos lados la foto. Hasta en sitios que ni comentaban sobre lo sucedido pero que la usaban con otro fin. Para recordar a este pequeño no hace falta restregarnosla en la cara. Muchas gracias por hacerlo tan bien. Mi nombre es Anaís. Un saludo caluroso

    ResponderEliminar
  4. Dicen que ojos que no ven, corazón que no siente. Pero es importante estar al día de lo que ocurre en el mundo, que en mayoría son desgracias, muertes, guerras y un largo etc.
    Entre todos podríamos hacer un mundo mejor. Pero los seres humanos somos el peor de los animales.
    Felicidades por tu blog, da gusto pasar por aquí!!!

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.