Y yo venía pensando si realmente hay malas madres. Y creo que sí, que realmente hay malas madres
- Las que maltratan a sus hijos (ya sea física o psicológicamente).
- Las que les causan algún tipo de perjuicio a su integridad física derivado de sus actuaciones, hábitos o actividades (alcoholismo, no usar un dispositivo de retención infantil en el coche, etc.).
- Las que ponen en riesgo su salud por acción o por omisión.
Obviamente, no hay nada blanco ni negro y todo depende del cristal con que se mire. ¿Hay malas madre? No lo sé. Lo que sí sé es que hay familias (madres y padres también) que no pueden dar a sus hijos los cuidados básicos que necesitan (hogar, comida y salud) y en esos casos las autoridades encargadas son las que se tienen que encargar de proveerlo, aunque no puedan dar a los niños un nutriente básico para crecer como personas sanas e íntegras: el amor.
Y eso es lo que subyace en el debate sobre las buenas y las malas madres: el amor. El amor a nuestros hijos. No hay mayor pecado en las guerras de las madres que la presunta “falta de amor”. Y sin embargo no hay nada más inmutable que el amor de una madre por sus hijos y el de estos por su madre. Lo que enfrenta a unas facciones con otras son las opciones que cada una elige para plasmar ese amor:
- la que “congela” su carrera laborar para cuidar a sus hijos en sus primeros años vs. la que renuncia a varias semanas de su baja para incorporarse antes a su carrera laboral.
- la que nunca se iría de vacaciones sin sus hijos vs. la que necesita pasar al menos un par de noches al año alejada de sus pequeños.
- la que cocina en casa vs. la que compra comida preparada.
- la que da el pecho vs. la que elige el biberón,
- etc.
Y ¿a qué viene todo esto? Pues al tristemente famoso anuncio de Meritene que los señores de Nestlé han lanzado y que tiene revolucionados a propios y ajenos. Os enlazo aquí el artículo de Juan Revenga sobre el tema, que a mi parecer resume bastante bien mi opinión. Pero aparte de la evidencia científica y de que, obviamente, no comparta nada, absolutamente nada, de lo que se dice en ese anuncio, lo que me indigna, lo que me enfada, lo que me enciende hasta el infinito y más allá es la osadía que tienen los señores de Nestlé para decirnos si somos buenas o malas madres. Porque, al final, lo que subyace en este anuncio es que
- si obligas a tu hijo a comer es que eres buena madre,
- que el fin justifica los medios,
- que lo que opine tú hijo de ti o de su alimentación no importa,
- que una marca de alimentación (con claros intereses económicos al respecto) puede decidir si eres buena o mala madre.
En Meritene los señores de Nestlé, que ya nos han convencido de que su leche es mejor que la que produce nuestro pecho, que su leche de continuación es imprescindible, ahora dan un paso más para obtener un público esclavo a costa de apelar a nuestros miedos y a nuestros fantasmas.
Y si te preocupa la alimentación de tu hijo o sus carencias nutricionales, consulta con su pediatra y consulta con un nutricionista, pero nunca, nunca, dejes que nadie te diga que eres una mala madre y menos, menos, todavía dejes que te manipulen de mala manera por ganar cuatro duros. Señores de Nestlé, una vez más, han caído lo más bajo que podían caer. Sus acciones les retratan. Espero que el dinero que sacan a costa de este tipo de acciones innombrable e ignominiosas sea suficiente para lavar sus conciencias.
Y si tienes dudas sobre si eres una buena o una mala madre, no preguntes a Nestlé. Pregunta a José María Paricio, pediatra, que lo tiene claro:
Amén.
ResponderEliminarSimplemente hay buenas y malas personas, nada más.
ResponderEliminarQué bonito tu post. Se ve que lo has escrito desde el corazón. Todo se basa en el amor, como bien dices, y también en la forma de entenderlo. Porque se puede querer mucho y no darle lo mejor, aún sin ser consciente o incluso sabiéndolo. Las capacidades parentales de las personas están desarrolladas al mismo nivel, y cada persona entiende que su forma de hacer es la más correcta. Y así será, para ella. Pero siempre se puede aprender y mejorar, como en todo.
ResponderEliminarDesde luego, los hijos son un motor imparable para crecer y desarrollarnos como personas. Gracias por comentar :D
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